a más de medio metro,
apuntar al centro de mi diana.
Quitar un plato al equilibrio
y el exceso de miradas.
Prohibido hacer cuentas
con mis cifras,
grietas en mi máscara,
romper mi caparazón.
Ningún soldado atravesará
estos muros de piedra
cincelados por el viento.
Prohibido pintar mis lienzos,
la sangre latiendo,
el timbre agudo del deseo.
Las larvas en la cabeza.
Los pies teledirigidos,
la sopa caliente
y el lecho expectante.
Prohibido los lectores
de códigos y las barras.
Los descifradores de estrellas,
los alquimistas del corazón
y los besos del hambre.
Los trazos del miedo y la apertura
de mis cárceles.
Prohibido pensar que está
prohibido el contagio
de una plaga que ya
me llevó a la muerte.
© María Luisa Domínguez Borrallo
© Forografía de Paco Gómez Peña |