te paseas, quizás solo estemos
a dos calles de vernos.
A dos metros de convertirnos en manos,
en bocas, en cuerpos, en piel.
Quizás me vuelva y te vea,
quizás ya me estés mirando
por eso me siento tan desnuda.
Por eso no me giro,
no sé si temo encontrarte o que no estés.
La ciudad es el eterno laberinto
donde nos escondemos.
La calle me ahoga, me ahoga
respirar el mismo aire que respiras
y no poder exhalarlo juntos.
Me asfixia esta lejanía
de saberte cerca y de no poder tocarte.
© María Luisa Domínguez Borrallo
© Fotografía Rute Marques |