y la cordura cambia de domicilio,
cuando miro tus manos y me instalo en ellas.
Donde otras latitudes son imposibles
y mi boca se extiende hacía tus sabores
mientras el cielo usa acuarelas
para sorprendernos.
Hay días en los que a horcajadas
te descubro ansiando mi templo
y dejo que camines por mi alfombra.
Hay días que rompen todos los techos.
© María Luisa Domínguez Borrallo
© Fotografía de la autora |