He compartido y negado latidos y sudores.
Todos los cobardes quisieron amarme.
Todos en fila de a uno vestidos
de sonrisas y buenos propósitos.
Todos pulcros y bien planchados,
con zapatos brillantes y estómagos llenos.
Ninguno dispuesto a comer de mis ansias
ni a caminar por el fango conmigo.
Ninguno me quiso, ninguno me veía
y todos quisieron redimirme.
© María Luisa Domínguez Borrallo
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