pero yo nunca me había despedido.
Me tomé el café amargo y las lágrimas
que no enjugaste en el desayuno.
Y aquí me tienes sobreviviendo tu
pérdida, y sembrando de flores todos
los jardines que tú dejaste secar.
A la espera de una nueva primavera
en el otoño de unos días que pasan lentos,
en calma, y aun sin querer, esperándote.
© María Luisa Domínguez Borrallo
© Imagen de a autora |
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