No te miran ni descubren,
no se detienen.
Van del desván al sótano
pasando de largo
por las entreplantas.
No pueden amarte
porque carecen de tiempo,
de fondo, de inmensidad.
Se les escapa el aroma
de la vida, el sabor
de la lluvia y tu esencia.
Por sus manos solo resbalan
caricias buscando el éxtasis.
No mueren en el orgasmo,
por eso no retornan a la vida.
© María Luisa Domínguez Borrallo
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