¿Ellos?
¿Qué sabían ellos
de nosotros?
Eran fríos,
sin lava en la saliva
sin llamas en los huesos,
sin nitroglicerina en los pasos...
¿Ellos?
¿Quiénes eran esos desconocidos
ocupando nuestras camas
y huyendo de nuestro fuego?
¿Ellos?
Ellos, no éramos nosotros.
© María Luisa Domínguez Borrallo
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