ni la clave, ni el son.
Eran las paredes de esta casa, el espanto
de saberlas omnipotentes frente a los muros del tacto.
Frente al volumen del verso en el pecho desmembrado,
en la caricia que no llega a tiempo,
en la última estación del poema.
© María Luisa Domínguez Borrallo
Eran las paredes de esta casa, el espanto
de saberlas omnipotentes frente a los muros del tacto.
Frente al volumen del verso en el pecho desmembrado,
en la caricia que no llega a tiempo,
en la última estación del poema.
© María Luisa Domínguez Borrallo
© Fotografía de Manuel González Flores |